2010/10/02

CerConcierto





SALA POLIVALENTE  PEÑARROYA-PUEBLONUEVO -CORDOBA-


2010/10/02



Pequeña crónica del evento. Por José Blanco.

El sábado 2, Juan Crego, Patxi Serrano y un servidor dedicamos la mañana a recorrer el Cerco. Los tres conocíamos el recinto de visitas anteriores a Peñarroya-Pueblonuevo, por lo que sabíamos con exactitud que allí se encontraba lo que buscábamos. Habíamos planificado minuciosamente cada uno de los pasos a dar desde nuestro lugar de origen hasta el estreno del espectáculo en el salón multiusos que sirvió finalmente de escenario.
 No descubro nada al asegurar que los tres, viniendo de un entorno marcado por un pasado industrial de evidente paralelismo, sentíamos una profunda fascinación por las ruinas que retratábamos, filmábamos e interveníamos con destino a la proyecciones que esa misma tarde íbamos a mezclar y a manipular en directo.
 El resto del tiempo se nos fue en lidiar con los duendes de la técnica (contra esto no hay planificación que valga), que a cada rato se divertían a nuestra consta inventando para nosotros nuevos maleficios. Sólo conseguimos resolver todos los inconvenientes con el público ya a las puertas del centro, que hizo gala de una paciencia genuinamente experimental, digna de un encuentro de esas características.
 Por nuestra parte, ofrecimos la primicia de un espectáculo que ha ido creciendo fiel al espíritu del CerConcierto, esto es, personalizando cada nueva representación con las imágenes y motivos del lugar que lo acoge. En Peñarroya-Pueblonuevo el Cerco fue el leitmotiv, tanto en la música y las imágenes como en el poema siguiente, compuesto para la ocasión y que recitamos a tres voces:

CERCO

La dura endecha del viento
que le pone cerco al cerco
y se suma terco al terco
concierto de su lamento.
Ora veloz, ora lento
rueda la piel demudada
sobre la tierra erizada
con basílicas de espuma:
negro encaje que rezuma
la memoria acribillada.

Enhiesto armazón, un sueño
voraz te mantiene en pie,
cual gusano de la fe
roe tu corazón sin dueño.
Si aun el sesgo más pequeño
falsea un gran trampantojo,
si arraiga recio el abrojo
que invadiera los escaños,
ni así que pasen cien años
se borrará tu despojo.

La dura endecha del viento
acuchilla los eriales,
atosiga matorrales
con la azada de su acento.
Bajo el firme firmamento
crece la higuera breval,
que enhebra luz seminal
en tierra contaminada,
con su raíz domeñada
por la flor del mineral.

La dura endecha del viento
encrespa en nuestra memoria
un alto oleaje de escoria,
hierro, ladrillo y cemento.
Flor de tiempo en su elemento,
el hombre en el laberinto,
cuando se sueña distinto
por la ruina que refleja
su cara y la cruz aneja,
porque soñar es su instinto.